jueves, 21 de octubre de 2010

El barco vivo

Algunos amores convertidos en barcos cayeron oxidados al fondo del mar.
Otros amores, que fueron hechos con las maderas y los tejidos de las propias selvas de los ríos, yacen en sus playas, pesados y secados al sol.
Pero algunos, unos pocos... uno, se está construyendo en una balsa. Desde esa balsa se miran a las estrellas en las noches misteriosas. Y en un empujón suave, que acaricia el fondo del río, provocando sus sonidos pero escuchando sus silencios, se desnuda más poesía que en un barco que descubre un continente. Que en un barco que se hunde, y se muere. Que en un barco que se queda en la playa, y nadie tiene ganas de volver a verlo navegar. Nadie tiene más poesía que lo vivo. Que lo que se mantiene vivo.

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